Logo de la empresa

Castro de Dena

Redacción revista eSmás | revista eSmás O Salnés Nº23 Invierno 2022

Este tipo de poblados prehistóricos integran algunos de los muchos tesoros arqueológicos de este municipio enclavado en
Castro de Dena

El concello de Meaño es rico en paisaje, viñedos y patrimonio y, entre los muchos monumentos del pasado que alberga se encuentra el castro de Dena, en la parroquia del mismo nombre. Este tipo de poblados prehistóricos integran algunos de los muchos tesoros arqueológicos de este municipio enclavado en el corazón de O Salnés.

En Dena, el topónimo en el que está ubicado el lugar lleva precisamente el nombre de O Castro. La vieja construcción se levantaría en una ladera situada hacia el poniente, con la ría al fondo. Pero fue al otro lado del promontorio donde apareció una de las mejores piezas históricas catalogadas. Se trata de un molde de fundición de hachas, importante por la escasez de hallazgos referentes al proceso de producción metalúrgico en Galicia.

El elemento tiene forma navicular, con una longitud máxima de 35 centímetros de largo por 18 de ancho, y siete centímetros de altura. Es una pieza elaborada en granito de dos micas, con propiedades refractarias. Los expertos apuntan a que el vestigio, posiblemente, tuviese una tapa de cierre que permitiría su uso en posición vertical. La conclusión de los investigadores es que se trataría de un molde datado en la transición del III al II milenio antes de Cristo.

Otro de los castros del municipio es el de San Cibrán, enclavado en un montículo a algo más de doscientos metros sobre el nivel del mar, donde converge Meaño con el concello de Ribadumia.

Desde su cima se pueden contemplar algunas de las mejores y más bellas panorámicas de la comarca. El viejo poblado tendría tres muros concéntricos de defensa y, como todo este tipo de construcciones gallegas, está rodeado de leyendas. Una de las más famosas es la de la “trabe de ouro”, un mito según el cual existiría una “trabe”, una viga subterránea que unía castros o lugares emblemáticos en los que estaban escondidos tesoros fabulosos. El dicho, transmitido de generación en generación, rezaba: “desde Monte Lobeira a San Cibrán, pasando polo monte dos Aforcados, hai unha cadea de ouro que vale sete reinados”.

La tradición refiere las riquezas ocultas bajo tierra que supuestamente existen en todos los castros del noroeste peninsular. A comienzos del siglo XX no eran infrecuentes las incursiones de vecinos que, provistos de pico y pala, cavaban en los alrededores de los poblados castreños a la búsqueda de un tesoro que nunca aparecía. O, si lo hacía, era en forma de restos de cerámica, metal, conchas u otros objetos habituales en los asentamientos prerromanos.

Además de castros, Meaño cuenta con diversas muestras de cultura megalítica, como las mámoas catalogadas de la finca de A Balada, ubicadas al pie del monte Penaguda. También en la parte alta del monte de Lores se ha constatado, al menos, la existencia de dos mámoas más.


Anunciantes en el número actual la revista eSmás:


Scroll to Top