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El año nuevo, doce horas antes

Fátima Frieiro Santaya | Revista eSmás Vilagarcía Nº 11

La toma de las uvas coloca a la capital arousana en el epicentro de la noticia
El año nuevo, doce horas antes
 
Algunos todavía creen que la tradición nació de un apagón que sumió a Vilagarcía en la oscuridad minutos antes de sonar las doce campanadas y que empujó a los vecinos a celebrar la llegada del nuevo año en la calle, pero en esta afirmación hay mucho de leyenda y muy poco de realidad. Lo cierto es que la “toma de las uvas” al mediodía, que coloca a la capital arousana en el mapa mediático de todo el mundo cada 31 de diciembre, tiene un origen mucho menos romántico. La idea surgió en 1998 siendo concejal de Cultura de Vilagarcía, Óscar Rey, con la idea de dar un toque innovador a la Nochevieja y, al mismo tiempo, crear un evento que sirviese de motor económico tanto para la hostelería como para el comercio. Y lo consiguió. O al menos eso es lo que muestran las cifras de asistencia año tras año.

La primera “toma de las uvas” no fue en la Praza de Ravella, como es en la actualidad, sino en la Praza de Galicia, enclave que para muchos vilagarcianos todavía sigue conservando la denominación de el “Obelisco”. El primer intento ya contó con el respaldo de numerosos vilagarcianos que aprovechaban además para hacer las últimas compras. El éxito marcó el camino de una celebración que se repite en la actualidad y que implica no solo al Concello, sino a colectivos como los hosteleros, los comerciantes de Zona Aberta o la Asociación Xuvenil Trincadeira.

Los preparativos para la “toma de las uvas” se inician ya en la jornada anterior. Los 3.500 kilos de uva que, en la actualidad, se reparten entre los asistentes, son embolsados por decenas de voluntarios la tarde anterior. A las uvas, el producto estrella de esta celebración en cada rincón de España, se le suman más de 400 botellas de cava para completar lo que es una puesta en escena de lo más completa para recibir cada año nuevo. La organización también piensa siempre en los más pequeños de la casa y, por ello, también se habilitan bolsas de gominolas y zumos para que los niños no se queden sin brindar.

Lo cierto es que, llueva o haga sol, la cita se ha convertido en un fijo no solo para los ciudadanos de Vilagarcía, sino incluso para vecinos de otros puntos de la comarca que han fijado el evento como referente en el calendario. En familia, en pareja, entre amigos o incluso en solitario, muchos se engalanan con doce horas de antelación para empezar el nuevo año con buen pie.
Desde 1998 la “toma de uvas” se ha realizado todos los años, con la excepción de 2003 coincidiendo con la tragedia medioambiental del Prestige que tiñó de negro chapapote las costas gallegas y amenazó el ecosistema de la Ría de Arousa. Vilagarcía quiso modificar el programa festivo para unirse en el duelo de los marineros que, con sus propias manos, retiraron el petróleo para evitar que este alcanzase las bateas. Salvo en ese caso concreto, y como señal de duelo, el resto de los años la celebración siempre ha estado acompañada de confetti y mucha música, además de diversión a raudales. Como ocurre también en las campanadas de la tele, en Ravella también acostumbra a haber un presentador que guía a los más despistados para que no se pierdan en los siempre liosos “cuartos”.

La fiesta, que acostumbra a iniciarse al filo de las once de la mañana, no para hasta bien llegadas las dos de la tarde. El tráfico se corta y redirige por zonas estrátegicas para que nada, ni siquiera la lluvia que a veces acompaña a estas fechas, empañe la celebración.

Las doce campanadas, emitidas por megafonía, concuerdan con las que da el reloj del ayuntamiento y también con doce bombas de palenque, señal indiscutible de la celebración. El evento se centraliza justo en la explanada que hay enfrente de la Casa Consistorial, aunque ha sido el éxito el que ha empujado a que también se extienda a los márgenes del conocido como Jardín de Ravella.

Cada año el evento tiene un color diferente y toca temáticas que están estrictamente relacionadas con la actualidad. La última vez fue con motivo del Centenario de la ciudad. En la “toma de las uvas” se repartieron copas conmemorativas (de edición limitada) para aquellos que quisiesen recibir el año con tan significativa efeméride.

De lo que no cabe duda es de que la “toma de las uvas” coloca a la capital arousana en el epicentro de la noticia y ese día la mayor parte de los programas informativas a nivel estatal abren sus emisiones con conexiones en directo en la gran fiesta de la capital arousana.

Y es que, probablemente junto a la multitudinaria Festa da Auga, sea este el evento que más relieve le da a Vilagarcía a nivel nacional. Una tradición que se ha querido imitar, con lacasitos o gominolas, en otros puntos de la comarca, pero donde el éxito no ha sido tan aclamado como en la capital de O Salnés.


 

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