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El marqués de Vilagarcía. el último Virrey de Valencia

Victor Viana | Revista eSmás Vilagarcía Nº 11

Felipe V eliminó los fueros de Valencia, Aragón y Cataluña para integrarse en España como un territorio más, el marqués de Villagarcía decidió mantener el orden y la obediencia hacia él
El marqués de Vilagarcía. el último Virrey de Valencia
Autor: Victor Viana
Historiador y Médico
Como es sabido, hasta finalizar la Guerra de Sucesión en el reinado de Felipe V, tanto Valencia, como Cataluña y Aragón tenían un virrey que, en representación del rey y junto con las autoridades de dicho virreinato, ejercía el poder real. Ello no quiere decir que estos territorios tuvieran condición de Estado, ya que, en todo caso, era Aragón el que hasta los Reyes Católicos ejercía esta condición.
Efectivamente, Antonio Domingo de Mendoza Caamaño y Sotomayor, marqués de Vilagarcía, había sido nombrado virrey de Valencia cuando el monarca Carlos II estaba a punto de fallecer. Poco se imaginaba el marqués de Vilagarcía los problemas que le traería aceptar dicho cargo.
Tras la muerte de Carlos II, el marqués de Vilagarcía comunica a las autoridades valencianas la nueva situación al ser proclamado rey de España Felipe V, a lo que en principio acceden los representantes del pueblo, al igual que ocurrió en Cataluña y Aragón.
El virrey, aunque nuevo en el virreinato, se dio rápidamente cuenta de cierto ambiente de “antifrancesismo” entre el pueblo por una serie de causas: el equiparamiento de los buques franceses a los españoles en el comercio, (no hay que olvidar que el nuevo rey Felipe V era francés), la prohibición de importar productos de Hamburgo, el presentar al nuevo rey como “católico” en oposición a ingleses, alemanes y holandeses, catalogados como “protestantes”, etc.
Tras declararse la guerra por la sucesión de la monarquía, los tres virreinatos que integran el antiguo reino de Aragón se inclinan por el bando conocido como “Gran Alianza de la Haya”, formada por Inglaterra, la mayoría de los reinos alemanes con Prusia y Austria a la cabeza, y las provincias unidas de los Países Bajos, hoy conocida como Holanda. Posteriormente se unirían a esta alianza el reino de Portugal y el ducado de Saboya en 1703.
Lo que esta Gran Alianza pretendía era colocar al segundo hijo del emperador Leopoldo, el archiduque Carlos, como rey de España y sus numerosas colonias.
Se debe tener en cuenta, ante las actuales circunstancias, que ninguno de dichos virreinatos pretendía su separación de España, sino simplemente inclinarse por un pretendiente, el citado Archiduque Carlos, en vez de Felipe V.
Ante la nueva situación bélica, el marqués de Vilagarcía decide mantener el orden y la obediencia hacía el rey Felipe V, persiguiendo a los defensores del bando austriaco, e incluso metiendo en la cárcel a 14 dirigentes del archiduque Carlos “por su actitud antiborbónica”, a los que traslada a Ibiza.
Ante una próxima invasión de las tropas del archiduque, el virrey hace una llamamiento al pueblo valenciano, en perfecto valenciano como mandaban sus fueros, amenazando a todos los que tuvieran en su poder un papel que circulaba en contra de Felipe V y alentando a la rebelión, con “pena de muerte natural y confiscación de todos sus bienes y cualquieras otras penas en que según derechos, fueros y pragmáticas del Presente Reino incurriesen los reos de lesa Majestad in primo capite sin remisión alguna…..”.
El marqués de Vilagarcía comunica a las autoridades de Madrid la próxima invasión de tropas enemigas, así como la extrema debilidad de las tropas bajo su mando, en las que además, no tiene excesiva confianza.
En ambas suposiciones tuvo razón el marqués de Vilagarcía, ya que en agosto de 1705 desembarcan en Altea tropas enemigas, y en los días siguientes, muchas milicias se pasarán a los invasores.
Ante la nueva situación, el virrey hace un llamamiento a las autoridades locales y al pueblo en general pasado a los enemigos, diciendo que “usando de su gran piedad, delibera, determina y manda a toda la dicha gente sediciosa, que dentro de tres días contados desde la publicación de la presente se retiren a sus casas dejando las armas, con el indulto que les ofrezco, y no haciéndolo se les pasará al dicho castigo…….”.
Nada consiguió el marqués de Vilagarcía, y las tropas enemigas inician su avance hacia el norte amenazando a la capital, y dado que solo disponía de 24 miembros de su guardia como absolutamente seguros, además de unas milicias urbanas y rurales, sobre las cuales decía que “era imposible utilizarlas contra su pueblo”, pide con urgencia al rey Felipe V, el envió urgente de una tropa capaz de enfrentarse a los invasores.
Efectivamente llegan a Valencia 1.500 soldados de caballería al mando del mariscal de campo Luis de Zúñiga, que se dirige inmediatamente hacía Gandía para enfrentarse a los invasores, pero ante el levantamiento de Aragón y Cataluña, dichas tropas son llevadas a Cataluña, con lo que el virrey se encuentra con solo 200 soldados al mando de Rafael Nebot, para enfrentarse a las tropas enemigas.
Por si fuera poco, este pequeño regimiento de Rafael Nebot se pasa a las tropas austriacas, por lo que el marqués de Vilagarcia notifica a Madrid que “el avance de los austriacos hacia Valencia era inminente”.
Como efectivamente a finales de 1705 las tropas enemigas llegan a Valencia, y desde el gobierno no llega soldado alguno, el virrey dimite de su cargo y sale de la capital valenciana hacia Madrid.
Durante su mandato en el virreinato, el marqués de Vilagarcía limpió de mendigos la capital, y como tal es recordado por los historiadores de la época.
Con la salida del marqués de Vilagarcía y el posterior triunfo de las tropas de Felipe V, el reino de Valencia, al igual que Aragón y Cataluña, perdió sus fueros, y merced al decreto real conocido como de “Nueva Planta” del año 1707, el antiguo reino de Valencia pasó a integrarse en España como un territorio más.


 

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