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Los Mayos de Vilagarcía, una tradición pagana de orígenes ancestrales

Redacción revista eSmás | Revista eSmás Vilagarcía Nº 20

Es una tradición que se remonta a antes incluso de la implantación del Cristianismo en Europa
Los Mayos de Vilagarcía, una tradición pagana de orígenes ancestrales

Es una tradición que se remonta a antes incluso de la implantación del Cristianismo en Europa y quizá una de las que, con todo en contra, mejor se conserva en Vilagarcía. Desde tiempos ancestrales las diferentes sociedades han aprovechado la llegada del mes de mayo para rendir homenaje a la naturaleza, a la fertilidad y a la cosecha. Lo hacían usando los propios frutos que ofrecía la tierra y decorando unas estructuras que, a día de hoy, se siguen llamando Los Mayos en honor al mes que inauguran de la forma más solemne. La fiesta ha ido evolucionando con los tiempos y a día de hoy cada 1 de mayo, actualmente en el Parque de Miguel Hernández, cientos de personas se juntan alrededor de decenas de estructuras de diferentes tipologías para continuar con una tradición pagana y que, tal y como consta en los libros de historia, ya celebraban griegos, romanos y celtas.

Lo cierto es que no se conoce con exactitud cuando empezó en Vilagarcía la tradición de celebrar Los Mayos. El etnógrafo local Carlos Rey recoge en su libro “As festas dos maios no concello de Vilagarcía” los detalles más significativos de lo que esta celebración supone, desde hace décadas, para los habitantes de la ciudad. En esta obra de exhaustivo trabajo de investigación se habla de que Los Mayos solo se dejaron de conmemorar en la capital arousana después del estallido de la Guerra Civil y durante los años inmediatos de la Posguerra y del franquismo.
Antes y después de estos oscuros años la tradición estaba tremendamente arraigada en la sociedad.
Aunque muchos no lo saben detrás de la celebración de Los Mayos existe todo un ritual y una explicación de por qué las estructuras son de una u otra forma. Todos ellos están confeccionados con productos de la tierra, del campo y, en el caso de Vilagarcía, también del mar.
El “fiúncho”, las margaritas, los huevos o incluso las conchas de vieira son ingredientes básicos en los mayos vilagarcianos. Su carácter artesanal imprime, de hecho, una fuerte personalidad a estas estructuras.
Aunque con el tiempo, y por la evidente influencia cristiana, algunos mayos portan cierta simbología religiosa (como cruces en su parte más alta) se sabe que su origen es totalmente pagano.

Los barcos, las cruces y las cajas.

 

En Vilagarcía se conservan cinco tipologías de “mayos”: las cajas, los barcos, las cruces, los “palleiros” y los artísticos. Todos ellos, sin excepción, tenían un carácter ambulante y se llevaban de casa en casa cantando las pertinentes coplas, muchas de ellas cantadas de generación en generación. Una peregrinación por los barrios que, hoy sí, se ha perdido y cuyas últimas reminiscencias son de hace ya décadas. Vilagarcía es uno de los únicos cuatro municipios gallegos en los que existen los mayos en forma de “barco” (los hay también en Marín, Caldas y Pontevedra). Se explica esta exclusividad en el carácter marinero de la ciudad y la tradición ha seguido hasta la actualidad. Algo similar ocurre con “las cruces”, una estructura que solo puede encontrarse en escasas villas gallegas y que, pese a que tuvo momentos bajos en Vilagarcía, ha vuelto con fuerza. Antiguamente, y tal y como apunta Carlos Rey en su investigación, eran figuras vinculadas a la celebración de la Santa Cruz (el 3 de mayo), pero poco a poco fue una efeméride absorbida directamente por la festividad del día 1.
Curiosamente las “cruces” solo las portaban niñas y estaban directamente vinculadas con la feminidad.

Por su parte las cajas son los mayos más rudimentarios, al ser realizados estos tradicionalmente por los niños más pequeños.

Los "artísticos y los "palleiros"

Los mayos calificados como “artísticos” tienen una temática libre y son, quizá, los más recientes. Los más numerosos son los “palleiros”, llamados así por su apariencia cónica. En el parque Miguel Hernández suelen ser las estructuras más imponentes dado que se habla de que incluso algunos pueden alcanzar los 4 o 5 metros. Su interior es hueco, con la idea de que uno de los jóvenes que canta las coplas se introduzca en él y el resto camine a su alrededor a modo de coro.
Y es que, y eso es un hecho, la celebración de Los Mayos no podría entenderse sin las letrillas y sátiras (con una música que se repite y que es inamovible con el acompañamiento de palos o conchas de vieira) como ejemplo máximo de la tradición oral y popular.

 

A día de hoy son los centros educativos los que más contribuyen a dotar de contenido a la celebración de Los Mayos. En 2017 un total de 63 estructuras pudieron apreciarse en la celebración que hace tiempo que dejó de tener carácter competitivo. La mayor parte de las estructuras que cada 1 de mayo se pueden ver en el Miguel Hernández son elaboradas por las ANPA de los diferentes colegios y, en menor medida, por colectivos vecinales. No ocurría así hace décadas. De hecho grupos de amigos, familias enteras o incluso barrios se juntaban para elaborar estas estructuras artesanas que, tras la propia celebración, acostumbraban a ser tiradas a un río o a un regato. La tradición se mantiene gracias a la participación de los colectivos y también gracias a que, tal y como cuenta Carlos Rey, en los años 50 vivió un gran empuje cuando era alcalde Jacobo Rey Daviña. De hecho, y así lo apunta la Historia con mayúsculas, la celebración de Los Mayos se restableció tras una reunión de la Junta Directiva del Recreo Liceo que, para potenciar la participación, estipuló agasajar a los colaboradores con un roscón. Curiosamente esta iniciativa fue copiada a posteriori por otras ciudades y villas.
Aunque, como se ha dicho, en Vilagarcía la celebración no tiene a día de hoy un carácter competitivo, sí se hace una aportación económica por parte del Concello a los participantes para que esta tradición no se vaya perdiendo.

En su última edición Los Mayos más laboriosos como los cónicos o artísticos se llevaron ayudas de 80 euros para los que no tengan letras. Los que aporten las coplas reciben una asignación de 100 euros si suman un mínimo de 10 componentes y 200 si son más de 25.
Las estructuras más pequeñas como la cruz, las cajas o los barcos tienen ayudas de 30 y 40 euros sin participan sin copla y de 50 y 60 si lo hacen con letras y siempre que reúnan un mínimo de cuatro miembros en el grupo.

Un ritual pegado a la tierra

 

Lo que está claro es que el actual y mayoritario carácter urbano de Vilagarcía en 2018 hace difícil pensar que esta tradición pegada a la tierra y a su cosecha siga perdurando cada vez con más fuerza. Sin embargo Los Mayos son solo los supervivientes de otros muchos rituales paganos de estas características que, en su día, también existieron en la capital arousana con un gran arraigo entre sus vecinos. Los etnógrafos apuntan a tradiciones como la “farsa dos bois”, una especie de teatro popular del que existe testimonio gráfico en Carril en el que dos jóvenes se ponían al carro y corneaban a todo aquel que se le pusiese delante. Otros ejemplos de ritos paganos vinculados a la llegada del buen tiempo son la “bendición de los campos” con agua bendita u otro que todavía perdura como es la colocación de una “xesta” en los coches o en las puertas de las casas para espantar los malos espíritus o el tan gallego “mal de ollo”.

Mientras que otras tradiciones y expresiones populares han ido perdiendo fuelle con el paso de los años, Vilagarcía sigue siendo una de esas pocas ciudades que puede presumir de tener una festividad de Los Mayos en auge y con un perfecto estado de salud. Y es que el 1 de mayo es una cita ineludible para todos aquellos que quieran conocer una parte importante de la etnografía local con sede estable, a día de hoy, en el parque de Miguel Hernández.


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